· El Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) recordó que es necesario contar con personal entrenado en reanimación cardiopulmonar, desfibriladores y acceso veloz a centros de hemodinamia.
La "muerte
súbita no traumática" es aquella que ocurre hasta 60 minutos luego de la aparición
de los síntomas, o mientras el paciente duerme. Y si bien se trata de una
situación sumamente grave, el Colegio Argentino de Cardioangiólogos
Intervencionistas (CACI) reveló que con medidas de intervención eficientes es
posible duplicar la sobrevida. Para ello “es necesario implementar Programas de
Cardioprotección, una tendencia que está en aumento en todo el mundo”,
señalaron los especialistas.
El Dr. Marcelo Halac, médico cardioangiólogo
intervencionista y miembro del CACI, destacó que “sin medidas de contención,
sobreviven a este evento apenas 5 a 6% de las víctimas, en tanto que con
intervenciones precisas y en tiempos óptimos es posible salvar hasta un 75% de
los pacientes. Por ello, es importante crear Programas de Cardioprotección, que
constan de personas capacitadas para realizar las maniobras de reanimación
cardiopulmonar (RCP) para restablecer el funcionamiento del corazón y los
pulmones; el uso de un desfibrilador, que reactiva eléctricamente la función
cardíaca, y facilidades para trasladar al paciente a un centro de salud con
Sala de Hemodinamia, donde se evaluará lo que ha ocurrido para tratarlo de
inmediato. Comprende una cadena de acciones en gestión en salud, en donde,
contra lo que podría pensarse, el desfibrilador representa apenas el 30% del
programa. El resto corresponde a quien actúa ante el evento, y al acceso a la
sala de hemodinamia”.
El 80% de los casos de muerte súbita se debe a una
cardiopatía isquémica (obstrucción de las arterias coronarias), en tanto que el
20% restante tiene su origen en otras causas cardiovasculares. “La muerte
súbita es más grave que el infarto agudo de miocardio (IAM), y de hecho, uno de
cada cuatro infartos debuta (se presenta) como muerte súbita. En la población
general, la mayoría de las personas que mueren por muerte súbita no tienen
ningún factor de riesgo especial, ningún síntoma que preanuncie esta situación.
Prevenirla es difícil, por eso lo más importante es cómo actuar ante ella. En
síntesis, lo primero es promover medidas para su prevención, corrigiendo los
factores de riesgo cardiovascular modificables (colesterol alto, tabaquismo,
sobrepeso y obesidad, hipertensión arterial, sedentarismo y otros), y lo
segundo es tratar a la víctima”, indicó el Dr. Alejandro Cherro, médico
cardioangiólogo intervencionista y miembro del CACI. “Y es preciso que la
reacción sea inmediata: la ventana de oportunidad para salvar al paciente es de
tres minutos. Cuando funcionan todos los eslabones de la cadena, los resultados
son más promisorios”, aseveró.
“Hay que crear áreas cardioprotegidas, para que cuando se
presente, la gente cuente con los medios para actuar. La sobrevida puede
aumentar en un rango del 40 al 75% en aquellas comunidades en las que el
eventual testigo comienza inmediatamente la reanimación cardiopulmonar (RCP) y
desfibrila rápidamente (dentro de los 3 minutos). Como ejemplos, en el país,
Rosario es una ciudad cardioprotegida, y en Salta hay un proyecto para que
zonas céntricas de la ciudad también lo estén. Tenemos estadios de fútbol con programas
de este tipo, y recientemente la Cámara de Diputados de la Nación se convirtió
en el primer Parlamento del mundo cardioprotegido. Ahora es preciso avanzar en
esta conciencia, para llegar a una mayor población”, coincidió el Dr. Halac.
Qué es la muerte
súbita
La muerte súbita no debe confundirse con la Muerte Súbita
del Lactante. Según el Consenso de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC),
se define como muerte súbita (MS) a la muerte natural, de causa
cardiovascular, que se produce en forma inesperada, con un corto intervalo
desde el inicio de los síntomas desencadenantes, habitualmente menor de una
hora o que acontece durante el sueño[1]. Ocurre cuando el sistema eléctrico
del corazón, que controla el ritmo de los latidos, se altera en forma caótica
(‘arritmia’), lo que hace que el corazón deje de latir.
Representa la mitad de las muertes cardiovasculares y el 25%
del total de las muertes en adultos. Aproximadamente 1 cada 2 casos pueden
presentarse en personas sin enfermedad cardíaca conocida, como expresión de
un primer episodio, según la misma fuente.
“Suele producirse en personas de 40 a 65 años de edad, y en
un 5% de los casos se produce en personas jóvenes sin ningún factor de riesgo
conocido”, detalló el Dr. Cherro.
Cómo actuar
La gran mayoría de los eventos ocurre fuera de centros
hospitalarios, principalmente en el hogar y el lugar de trabajo. Los primeros
síntomas de muerte súbita son dolor, síncope o desmayo, en donde la persona
muere o amanece muerta. “Generalmente, pasan 30 segundos hasta comprender que
el otro está muerto”, consignó el Dr. Halac.
Es fundamental el entrenamiento a las personas clave
(docentes, empleados públicos, funcionarios y otros), que son quienes deberán
aplicar las maniobras de reanimación ante un evento. Las maniobras de
reanimación cardiopulmonar (RCP) permiten mantener con vida al paciente hasta
la llegada de la ambulancia.
El desfibrilador debe estar cerca. Se calcula que debe
llevar como máximo un minuto buscar el desfibrilador, otro en traerlo y uno más
en conectarlo. Los desfibriladores son un dispositivo médico relativamente
económico, que se recomienda instalar a una distancia prudencial uno de otro de
forma tal que sea posible la asistencia dentro de los tres minutos.
Mientras tanto, es preciso llamar al 107 para solicitar la
ayuda médica, que aplicará las medidas de emergencia hasta la llegada al centro
de hemodinamia. Una vez allí, se realizarán procedimientos diagnósticos
(cardioangiografía y otros) para evaluar la función cardíaca y determinar el
tratamiento a seguir.