“La sumatoria de un conjunto de
factores que van desde la demora del paciente en reconocer y darle entidad a
los síntomas y en notificar a las personas de su entorno sobre la situación, la
tardanza en solicitar asistencia médica de urgencia, la espera de la ambulancia
y, muchas veces, también retrasos atribuibles a la propia intervención médica,
hacen que se pierda un tiempo clave y que se atente contra el éxito en la
atención de la persona frente a un cuadro de infarto agudo de miocardio”.
Así lo afirmaron los
responsables de la organización del XXIII Congreso Anual de la Sociedad
Latinoamericana de Cardiología Intervencionista (SOLACI) y XXVII Congreso Anual
del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI), el
encuentro científico más importante de la especialidad en nuestra región, que
se llevó a cabo en Buenos Aires del 2 al 4 de agosto.
Sobre un número estimado promedio de 50 mil infartos anuales
en nuestro país, las cifras oficiales del Ministerio de Salud para 2015 dan un
total de 17.130 muertes por esta causa, lo que representa una relación
prácticamente de 1 fallecimiento por cada 3 episodios. Mientras que los
resultados preliminares a nivel nacional del estudio ARGEN IAM-ST, realizado en
forma conjunta por la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y la Federación
Argentina de Cardiología (FAC), sobre un total de 1.759 personas con infarto
que llegaron a la guardia de 247 centros de todo el país, observaron un nivel
de mortalidad del 8,8%2.
“Este valor
corresponde a un grupo de centros seleccionados especialmente para participar
en este relevamiento científico, por lo que es de suponer que la mortalidad
nacional sea aún mayor”, destacó el Dr. Alejandro Cherro,
cardioangiólogo intervencionista, Presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos
Intervencionistas (CACI).
En contrapartida, agregó, “según los resultados del estudio RAdAC (Registro Argentino de
Angioplastia Coronaria) en aquellos pacientes con Infarto Agudo de Miocardio
que fueron tratados en su totalidad con angioplastia coronaria (método más
efectivo para recanalizar un vaso totalmente obstruido) la mortalidad cae a
valores de 4.3%”.
Para el Dr. Alejandro Palacios, cardioangiólogo
intervencionista y Director del Comité Organizador del Congreso SOLACI-CACI
2017, “el problema es que muchos
pacientes -se estima que prácticamente 1 de cada 3- ni siquiera llegan al
centro asistencial, y aun entre los que sí acceden a la atención médica,
todavía es muy elevado el nivel de mortalidad en comparación con parámetros
internacionales”.
“Solo por dar algunos
ejemplos, la tasa de mortalidad intrahospitalaria en Estados Unidos de acuerdo
a las guías clínicas de 2013 oscila entre un 5 y un 6%, mientras que en España
alcanza al 7,4%, en Francia al 4,4% y en Bélgica al 7,5%”, agregó el Dr.
Daniel Berrocal, también cardioangiólogo intervencionista y ex presidente
de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
“El alto nivel de
mortalidad intrahospitalaria se debe en gran medida a la demora del paciente en
acudir en busca de atención médica: casi 1 de cada 2 (45%) llega al centro
asistencial luego de las 3 horas de comenzado el dolor, por lo que es
importantísima la concientización de la población sobre la consulta inmediata a
un centro con servicio de hemodinamia ante los primeros síntomas del infarto”,
alertó el Dr. Cherro.
Pero además de las responsabilidades imputables al propio
paciente, muchas veces se presentan limitaciones atribuibles al sistema de
salud, que van desde retrasos en el traslado de la ambulancia, demoras en la
atención en el centro asistencial, falta de salas de hemodinamia (lo que obliga
a una nueva derivación) y escasez en la disponibilidad de medicación
trombolítica, que es aquella indicada para administrarle por vía endovenosa al
paciente que sabemos va a ser demorado, hasta tanto se concrete su derivación a
un centro con disponibilidad de sala de hemodinamia.
La propia Asociación Americana del Corazón (AHA) estableció
bajo el concepto de ‘Cadena de Supervivencia’, una serie de recomendaciones
para la atención de una persona frente a un episodio cardíaco, incluyendo
fundamentalmente el llamado inmediato a emergencias, la llegada temprana y la
asistencia en la ambulancia, y una adecuada atención hospitalaria.
“Otra circunstancia no
menor es que las personas se infartan en cualquier lugar y hora y, a pesar de
estar cerca de algún centro asistencial, por requerimiento de su obra social o
prepaga o por decisión del servicio público de emergencias, es derivado al
centro contratado y no al más cercano, perdiéndose minutos valiosos en la
congestionada Buenos Aires que atentan contra la atención temprana del
paciente”, completó el Dr. Palacios.
Entre otras conclusiones del Estudio ARGEN IAM, se observó
que 4 de cada 10 de los centros participantes no contaban con sala de
hemodinamia y que el 16,5% de los pacientes atendidos con diagnóstico de
infarto no había recibido ninguna terapia de reperfusión (angioplastia o
medicación antitrombótica/fibrinolítica) dentro de las primeras 24 horas de
iniciados los síntomas. Pasado ese lapso, se considera que la angioplastia y
mucho menos los antitrombóticos, ya no aportan ningún beneficio.
“La derivación es una
contrariedad y siempre atenta contra el éxito del tratamiento: un 37% de los
pacientes en el Estudio ARGEN IAM debieron ser derivados, expuestos a una
demora que superó las 2 horas, y en ellos se observó que presentaron un 35%
menos de probabilidades de acceder a medicación fibrinolítica de reperfusión
(desobstrucción) arterial y una menor calidad en la terapia, ya que fueron
sometidos a un 49% menos de angioplastias primarias”, insistió el Dr.
Cherro.
Al existir un retraso tan grande en los tiempos de
reperfusión asociados al traslado de pacientes a centros de mayor complejidad,
los especialistas recomiendan, a) establecer una estrategia fármaco-invasiva
(en base a antitrombóticos) en este grupo de pacientes que deben ser derivados;
b) entrenar a los médicos de emergencia para una pronta derivación con el
especialista, ya que los retrasos en la consulta fueron la principal razón de
la demora en la reperfusión; y c) continuar educando a la población para una
pronta consulta al servicio de emergencias, considerando la demora que se
observó entre el inicio de los síntomas y el pedido de ayuda médica.
Acerca del infarto
Se produce un infarto cuando una arteria coronaria se
obstruye totalmente, impidiendo el paso de la sangre al corazón. El objetivo
primario del tratamiento del infarto es el restablecimiento del flujo sanguíneo
en forma urgente, para lo cual el procedimiento más efectivo es la realización
de una angioplastia coronaria de urgencia (con más del 95% de éxito de
recanalización). En aquellos casos en que el paciente fue derivado a un centro
que no cuenta con sala de hemodinamia para la realización de la angioplastia,
se aconseja aplicarle medicación fibrinolítica endovenosa (la cual también
produce la disolución del coágulo que tapa la arteria coronaria, pero solo en
menos del 60% de los casos) y derivarlo en forma urgente a otro centro en el
que sí puedan completar la desobstrucción del vaso con la realización de una
angioplastia.
“El infarto, ante
todo, conlleva para la persona un importante riesgo de muerte y una pérdida
tanto en su calidad de vida como en la de su entorno familiar, pero en segundo
lugar también afecta al sistema, ya que representa un verdadero problema de
salud pública: cuanto más tarde sea atendido el paciente o inferiores sean las
condiciones de su tratamiento, presentará luego un nivel de discapacidad mayor
y será un individuo menos productivo que le insumirá elevadísimos costos al
sistema en términos de asistencia médica y medicación”, reflexionó el Dr.
Daniel Berrocal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario