La leche humana es el alimento con el diseño más perfecto para el ser humano por su composición equilibrada y es fundamental en los primeros mil días del bebé para que desarrolle todo su potencial físico e intelectual. La ciencia demostró que dar el pecho es lo más saludable para fortalecer el vínculo madre-hijo, pero también porque contribuye significativamente a reducir el riesgo de enfermedades en el presente y en el futuro.
Son innumerables los beneficios para promover la lactancia
materna. Entre los principales, se destaca que el bebé amamantado a pecho será
un adulto con menos riesgo de sobrepeso, diabetes, algunos tipos de cáncer,
celiaquía y enfermedad inflamatoria intestinal. Además, durante la primera
infancia será menos susceptible a infecciones respiratorias, gastroenteritis,
intolerancia digestiva (en prematuros), otitis media aguda y tendrá mejor
visión. A su vez, la madre que amamanta perderá más rápido el peso ganado
durante la gestación, tendrá menos riesgo de cáncer de mama y ovario, diabetes
tipo II y síndrome metabólico.
La lactancia materna es la principal condición para que la
persona se adapte a la vida extrauterina. Aporta diversos elementos que
contribuyen significativamente en la prevención de enfermedades por sus
factores antiinfecciosos, antiinflamatorios, inmunomoduladores, antivirales y
antioxidantes. “La leche materna tiene todos los nutrientes en la cantidad
exacta y es un elemento clave en la vida futura de las personas por sus
factores protectores y preventivos de ciertas enfermedades crónicas como
diabetes, obesidad, hipertensión, enfermedad celíaca, colitis ulcerosa, ciertos
tipos de cáncer y afecciones respiratorias”, aseguró el Dr. Miguel Larguía,
Presidente de la Fundación Neonatológica.
Hoy se sabe que los primeros mil días de vida, desde la
gestación hasta los primeros dos años del bebé, impactan contundentemente en la
salud futura para siempre. Las intervenciones nutricionales en el niño y la
embarazada durante esa etapa temprana repercutirán en la vida adulta de ese
niño. “Una embarazada con peso inadecuado, un recién nacido con retraso del
crecimiento intrauterino o un niño malnutrido, son situaciones que tendrán su
correlato en la adultez, y contribuirán a la aparición de enfermedades
crónicas. Alguien expuesto en sus primeros mil días de vida a condiciones
desfavorables tendrá mayor riesgo de enfermedad en comparación con el que se
benefició de una conducta integral en esa primera etapa. Allí es cuando el
potencial genético queda expuesto a condiciones del entorno (en buena medida,
nutrición) que lo pueden modificar favorable o desfavorablemente, lo que se
conoce como epigenética. La leche humana también ‘programa’ los genes de las
personas y garantiza una flora intestinal (microbiota) perfecta para nuestra especie
humana”, refirió Larguía.
Decálogo de beneficios para el bebé
· Entre 15 y 30% de reducción de sobrepeso y obesidad (4% de
reducción por cada mes de lactancia materna exclusiva, y menor índice de masa
corporal).
· 40% menos de riesgo de diabetes tipo II y 30%, de diabetes
tipo I en bebés alimentados con leche materna por más de 3 meses.
· Entre 15 y 20% menos riesgo de leucemia y linfoma si hubo
lactancia materna más de 6 meses.
· 52% menos de riesgo de celiaquía si el bebé era amamantado
durante la exposición al gluten.
· 31% menos de riesgo de enfermedades inflamatorias del
intestino por efecto inmunomodulador sobre la susceptibilidad genética (colitis
ulcerosa e ileitis regional).
· Mejor visión durante los primeros seis meses por Omegas 3
y 6 de la leche materna.
· 72% menos de internaciones por infecciones respiratorias
agudas bajas.
· 63% menos de otitis media aguda.
· 64% menos de gastroenteritis y protección hasta 2 meses
tras suspensión de lactancia materna.
· En prematuros, menor incidencia de sepsis, enterocolitis
necrotizante e intolerancia digestiva.
La leche materna también reduciría el riesgo de muerte
súbita en recién nacidos. Según el Dr. Larguía, “en los países desarrollados,
ésta es la primera causa de muerte durante el primer año luego del periodo
neonatal, aunque la frecuencia no es mayor a 1 cada 1.000 recién nacidos vivos.
Hay acciones importantes para su prevención: poner el chico boca arriba, que el
colchón no sea blando, que el chico no esté sobreabrigado y que nadie fume en
el ambiente. La leche humana tiene un efecto protector, se desconoce aún el
mecanismo que lo ocasiona, pero tiene tantos beneficios -antiinfecciosos,
antiinflamatorios e inmunomoduladores- que es fácil pensar que lo que actúa es
la combinación de éstos”.
Beneficios para las mamás
Las madres también se ven favorecidas al dar de mamar. “Para
la madre que amamanta, los beneficios son inmensos e incomparables porque la
ayuda a perder el peso que ganó para acumular grasa, que luego iba a ser
utilizada en la producción de leche. La madre baja de peso los kilos que ganó,
sin hacer ninguna dieta, que es como debe ser. Además, también disminuye su
riesgo de padecer enfermedades oncológicas y metabólicas. Por otra parte, si
bien no es un mecanismo perfecto, logra espaciar los embarazos, porque la madre
que amamanta frecuentemente no ovula”, indicó el especialista.
Las madres que amamantan también experimentan menor
depresión puerperal, sobre todo si se respeta la denominada ‘hora sagrada’: “El
vínculo madre hijo empieza con un embarazo deseado, una pareja estable, el
derecho a la salud, en libertad. Sigue con un embarazo cuidado y, luego, el
nacimiento, con un contacto inmediato madre-hijo, en la primera hora de vida,
la ‘hora sagrada’, cuando el bebé se mueve y se prende al pecho y succiona la
leche como debe; es verdaderamente sagrada porque produce e inicia el vínculo
que trasciende para seguir el resto de la vida”, manifestó el especialista.
Ellas también tendrán menos riesgo de padecer diabetes tipo
II, artritis reumatoidea, cáncer de ovario y de mama, y si dan el pecho entre
12 y 23 meses tendrán una menor incidencia de síndrome metabólico.
Cuánto y cada cuánto amamantar
Hasta los seis meses de vida, debe darse exclusivamente
leche materna, sin otros alimentos que interfieran
con la perseverancia de la lactancia materna. La OMS
recomienda extender la lactancia materna hasta
los primeros 2 años de edad. Para el especialista, “es muy
difícil, sobre todo para las mamás que trabajan.
Se necesitan más políticas laborales y legislación que
garantice la disponibilidad de lugares para amamantar
en las organizaciones para que no sea sólo una utopía. Esto
no es sólo un trabajo de la madre, sino de
la familia, de la sociedad y de los políticos y empresarios,
pero debe ser un trabajo conjunto”.
Cuando una madre dice que no tiene leche, que su bebé se
queda con hambre o que su leche es de mala
calidad, hubo un problema de información del médico.
Inicialmente, los bebés se alimentan entre 8 y 12
veces por día porque para que la madre tenga cada vez más
leche, el bebé tiene que vaciar el pecho frecuentemente. Además, como toman
pequeños volúmenes, los chicos tienen que comer varias veces.
El Dr. Larguía explicó que a medida que la mamá tiene cada
vez más leche, puede espaciar la frecuencia de la alimentación, lo que irá
variando. “Durante los primeros días, debe alimentarse al recién nacido con mucha
frecuencia. Si pasan horas, la madre debe poner al bebé piel a piel y cuando
empiece la búsqueda del pezón por parte del niño, prenderlo según la técnica.
Cuando tenga que despertarlo para amamantar, debe ubicarlo de tal manera que el
bebé pueda oler a la madre e iniciar la búsqueda del pecho”, detalló.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la
lactancia materna es una de las formas más eficaces para asegurar la salud y la
supervivencia de los niños. Combinada con la alimentación complementaria, previene
la malnutrición y puede salvar la vida de muchísimos niños a nivel mundial. Si
se alimentara a través de lactancia materna en forma exclusiva durante los
primeros seis meses y se siguiera con el pecho hasta los dos años, cada año se
salvarían cientos de miles de niños en el mundo.
Aprender a amamantar
Es importante que una mamá salga de la maternidad con el
conocimiento necesario para alimentar a su bebé. “La enseñanza para amamantar
no debe ser teórica, sino también práctica. Puede hacerlo una enfermera, una
técnica, médicos, la abuela o una amiga de la madre. Debe hacerse antes del
parto o a lo sumo durante los primeros dos o tres días de vida, para evitar que
la madre sea dada de alta sin estar segura de cómo amamantar adecuadamente. Si
la técnica de amamantamiento es correcta, la mujer irá produciendo cada vez más
leche y la succión del bebé no debería lastimar los pezones de la mamá. Esta
técnica exige que los labios del bebé succionen la areola del pezón”.
Entre las recomendaciones nutricionales que existen para una
mujer que está amamantando, se encuentran el consumo de frutas y verduras,
dieta variada, no consumir alcohol, no fumar e hidratarse adecuadamente. “La
madre debe tomar abundante líquido. El volumen de la leche que la madre da es
agua que debe ser restituida. Las madres no deben tener sed”, concluyó el
especialista.
“Los Hospitales Amigos de la Madre y el Niño acreditados por
la OMS, Unicef y el Ministerio de Salud de la Nación, contemplan esto en su
iniciativa. A su vez, tienen el consultorio de Lactancia Materna para evacuar las
dudas que las madres pudieran tener”. La iniciativa forma parte de marco
“macro” del Modelo de Maternidades seguras y centradas en la Familia, el cambio
de paradigma vigente en la actualidad, refirió el Dr. Larguía.
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