sábado, 20 de octubre de 2012

La vida después del trasplante renal



La enfermedad renal crónica (ERC) es un trastorno progresivo caracterizado por un deterioro en la función renal. Los factores más comunes que pueden desencadenar la ERC son diabetes, presión arterial elevada, o  bien otros trastornos renales hereditarios que determinan que el riñón vaya perdiendo la capacidad de funcionar normalmente.


En los casos de insuficiencia renal en fase terminal, se opta por un trasplante porque el paciente tiene más posibilidades de sobrevida y una mejor de calidad de vida que con diálisis. El injerto trasplantado puede provenir de un donante vivo o cadavérico. 
Luego de haberse sometido a un trasplante, el paciente tiene que someterse a un tratamiento de por vida para evitar el rechazo del riñón trasplantado. Además, cualquier enfermedad subyacente que pudo haber determinado la insuficiencia renal, también necesita tratamiento.  La adherencia de la persona a estas terapias es fundamental para optimizar la respuesta del órgano en el largo plazo.
La falta de adherencia es una de las causas de pérdida del trasplante, alcanzando en algunas series niveles del 22%, la misma se asocia con episodios de rechazo agudo y llega a ser el 36% de todas las pérdidas de los injertos. Es uno de los principales factores modificable del rechazo y la probabilidad de pérdida del órgano de pacientes no adherentes vs adherentes fue siete veces mayor.
Según el INCUCAI, actualizado al día 18 de octubre, en Argentina durante 2012 ya se han efectuado 713 trasplantes renales, lo que representa el 61,5 por ciento del total de trasplantes, y todavía hay 5931 en lista de espera.
Es arduo el camino de los pacientes hasta que consiguen un órgano para trasplantarse. Pareciera que lograrlo es la solución y allí termina la historia, puesto que ya no se requiere más diálisis y aumentan la expectativa y la calidad de vida. Sin embargo, tras la cirugía, el paciente trasplantado a menudo enfrenta múltiples desafíos desde el punto de vista médico como, por ejemplo, el riesgo de un posible rechazo del injerto. Éste se produce cuando el sistema inmune identifica al injerto como un cuerpo “extraño” al organismo y trata de destruirlo. El rechazo de injerto puede determinar una destrucción irreversible del tejido trasplantado.
“Luego de haberse sometido a un trasplante, el paciente tiene que seguir un tratamiento de por vida para evitar el rechazo del riñón trasplantado. Además, cualquier enfermedad subyacente que pudo haber determinado la insuficiencia renal, también necesita tratamiento”, explicó el Dr. Rubén Schiavelli,  jefe de la Unidad de Nefrología y Trasplante Renal del Hospital Argerich.
La adherencia estricta del paciente a los tratamientos indicados por el profesional luego del trasplante determinarán en buena medida del éxito o el fracaso de la intervención, por eso se vuelve fundamental este punto. Preservar la función renal luego de un trasplante puede ayudar a evitar que el paciente tenga que volver a someterse a diálisis y la necesidad de un nuevo trasplante.
Con los tratamientos inmunosupresores que se utilizan luego de un trasplante, se logró una notable disminución en el número de fallos precoces de injerto. Actualmente, las tasas de sobrevida del paciente y del injerto son del 90%, a un año de haber recibido un trasplante. Sin embargo, la sobrevida del paciente y del injerto a largo plazo no mejoró en similar proporción.
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el uso de belatacept, un nuevo agente biológico como parte del tratamiento inmunosupresor para prevenir el rechazo de órgano en pacientes adultos sometidos a trasplante de riñón. Por su accionar selectivo sobre el sistema inmune, ayuda a salvaguardar la función renal, considerada un factor predictivo clave sobre la evolución a largo plazo del paciente sometido a un trasplante, lo cual tiene incidencia en la sobrevida del trasplantado y del órgano.
Si un injerto tiene un fallo, lo único que se puede hacer es recurrir a diálisis o a trasplante para prevenir la muerte. El trasplante sigue siendo la mejor opción, aunque no es una práctica que pueda realizarse con facilidad debido a la poca disponibilidad de órganos, las largas listas de pacientes que esperan un trasplante y las complicaciones inmunológicas adicionales de hallar un órgano ‘compatible’.
La enfermedad renal crónica, tal como la definió el Dr. Schiavelli, “es una epidemia a nivel internacional y es importante trabajar en la prevención para no llegar a los estadios más avanzados, en los que el funcionamiento de los riñones se ve tan deteriorado que debe ser dializado o trasplantado. Abordada a tiempo, la enfermedad renal puede ser tratada satisfactoriamente y, algunos casos, curada”.

CONSEJOS PARA PREVENCION DE LA ENFERMEDAD RENAL CRONICA (ERC)
1- El diagnóstico temprano es el pilar fundamental para la prevención de la ERC.
2-  La ERC es una enfermedad que, al igual que la diabetes y la hipertensión arterial, es catalogada por los médicos como enfermedad ‘silenciosa’, es decir, que no suele dar síntomas, o, cuando los da, ya la enfermedad suele estar demasiado avanzada.
3- La ERC tiene la misma jerarquía en cuanto a morbimortalidad que la diabetes, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y neoplásicas. Se las llama enfermedades crónicas no transmisibles y son la principal causa de enfermedad y muerte en nuestra época.
4- Un sencillo análisis de orina y uno de sangre para determinar creatinina son los que permiten llegar a dicho diagnóstico.
5- Así como usted con frecuencia le solicita a su médico que le haga un análisis de colesterol, pídale también que le haga uno de orina y creatinina en sangre.
6- La consulta a su médico es el paso fundamental para el diagnóstico. Luego de los 40 años, debería efectuarse al menos una consulta anual. El enfoque de la enfermedad renal crónica debe ser necesariamente multidisciplinario y con en equipo, destacándose como preponderante el médico de atención primaria. Cuando él lo considere oportuno, efectuara una interconsulta con el especialista, el médico nefrólogo.
7- El tener antecedentes familiares de ERC, diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial transforma a la persona en un paciente de riesgo. No quiere decir que vaya a tener esas enfermedades, sino que debe controlarse con mayor frecuencia.
8- Hay que tratar de tener un estilo de vida que disminuya los factores de riesgo, no solamente de las enfermedades renales, sino de las cardiovasculares: evitar el tabaquismo, el alcoholismo, sedentarismo y su consecuencia, que es el sobrepeso.
9- La dieta es uno de los factores más importantes. Hay que tratar de que la misma sea saludable. Disminuir la ingesta de sal, no solamente no añadiéndola a las comidas, sino evitando las que son ricas en ella (alimentos en conserva, enlatados, embutidos). También los que son ricos en hidratos de carbono (azúcar) y comida chatarra (hamburguesas, papas fritas, colas); disminuir la ingesta de carne vacuna, aumentar la de pescado y tratar de incorporar varias piezas de frutas y verduras por día.
10- Las enfermedades renales, si son tomadas y diagnosticadas a tiempo, pueden ser curables en un número de casos. En ciertas ocasiones pueden progresas a formas más avanzadas y los riñones dejar de funcionar; eso se llama enfermedad renal crónica irreversible; es una de las pocas ocasiones en medicina en que, a pesar de ello, la función se puede remplazar, con un tratamiento que llamamos terapia sustitutiva renal, que es la diálisis, y eventualmente curarse mediante un trasplante renal, de donante vivo o cadevérico.
Prevalencia e impacto
·      El 17 por ciento de la población mayor de 20 años presenta enfermedad renal crónica en nuestro país.
·      Con respecto a la evolución de los trasplantes renales en Argentina, el número de intervenciones casi se duplicó entre 1995 y 2011, pasando de 582 a 1085.
·      Con los tratamientos inmunosupresores que se utilizan actualmente luego de un trasplante, se logró una notable disminución en el número de fallos precoces de injerto. Actualmente, las tasas de sobrevida del paciente y del injerto son del 90%, a un año de haber recibido un trasplante.
·      Sin embargo, todavía la medicina no encontró la forma de brindar una mayor sobrevida a largo plazo. Dentro de un período de cinco años, un 20% de la población trasplantada podría fallecer o perder el injerto trasplantado15 y, en el lapso de diez años,  casi un 50% de todos los pacientes con trasplante renal pueden necesitar un nuevo trasplante, tener que volver a someterse a diálisis o fallecen.

Diferentes tipos de donantes de riñón
El riñón utilizado para trasplantes puede provenir de dos tipos distintos de donante: donante vivo o donante cadavérico.
Los donantes vivos pueden ser:
·         Parientes allegados, con la misma sangre del paciente (como un padre, hermano o hijo).
·         Personas no allegadas, que no tienen la misma sangre que el receptor (como su esposa, un amigo o un compañero de trabajo).
·         Los donantes cadavéricos son donantes con muerte cerebral, que sufrieron una pérdida total e irreversible de toda función cerebral.
Los órganos de donante cadavérico también se pueden clasificar según provengan de:
·         Donantes con criterio estándar, obtenidos de personas jóvenes fallecidas generalmente por traumatismo craneoencefálico y sin antecedentes de enfermedades.
·         Donantes con criterio extendido, obtenidos de donantes cadavéricos con más de 60 años y de entre 50 y 59 años que además tenían dos de los siguientes factores de riesgo: historia de hipertensión, muerte como resultado de un accidente cerebrovascular[21]. Los órganos provenientes de esta clase de donantes son menos recomendables pero se utilizan, para ampliar el horizonte de posibles donantes14.
Potenciales complicaciones – Rechazo de injerto
Luego de la cirugía, el paciente trasplantado a menudo enfrenta múltiples desafíos desde el punto de vista médico como, por ejemplo, el riesgo de un posible rechazo del injerto. El rechazo se produce cuando el sistema inmune identifica al injerto como un cuerpo “extraño” al organismo y trata de destruirlo.
Tipos de Rechazo de Injerto
·      Rechazo híper agudo: ocurre dentro de los primeros minutos u horas posteriores al trasplante y se produce por una respuesta inmune humoral del organismo.
·      Rechazo agudo: ocurre al poco tiempo de haber realizado el trasplante, aunque no se puede precisar el momento. El riesgo de rechazo agudo es más alto durante los primeros tiempos post trasplante. La mayoría de los episodios de rechazo agudo es tratable y no termina en la pérdida del injerto si el problema es diagnosticado y tratado a tiempo, de forma agresiva.
·      Rechazo crónico: es un rechazo lento y progresivo que puede manifestarse clínicamente en semanas, meses o años posteriores al trasplante.  El receptor que desarrolla rechazo crónico suele experimentar muchos de los mismos problemas de salud asociados a la insuficiencia renal manifestada antes del trasplante, y es probable que se termine perdiendo el injerto.

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